Pokémon y mi vida

En mi graduación, estuvo Pokémon.



En 1998 descubrí Pokémon. Era el primer capítulo de la serie, aunque yo no lo supe hasta muchos años después. Un profesor le entragaba a Ash, el protagonista, al que sería su compañero en su aventura, un Pikachu gordito y malhumorado que no quería hacerle caso. Me encontraba en la habitación de un primo, mientras estaba con mi familia de vacaciones en Ixtepec, la ciudad oaxaqueña donde mi abuelo paterno nació. Ese día, a mitad del episodio, hubo un sismo y todos salimos corriendo de la casa.

Algunos años más tarde aprendí a deslizarme sin hacer ruido de la cama, muy temprano, para prender la tele de la sala, mover la antena de conejo y tratar de sintonizar los episodios de la caricatura que me había emocionado en aquellas vacaciones. Un par de veces llegué a ver de forma borrosa algunas batallas que me resultaban épicas, de un Pikachu saltando al hielo derretido para hacer un impactrueno y derrotar a sus contrincantes con su poder multiplicado por el agua.

Después, cuando en diciembre y en julio acudíamos a Mazamitla en familia para pasar las vacaciones con la tía Ticha, mi hermana Vanesa y yo nos pasábamos el día disfrutando de las caricaturas que podían verse en la televisión por cable y de una nueva temporada donde se anunciaban 100 nuevos Pokémon al ritmo de un opening pegajoso:

"Pokémon Joh-to, tururú tuturu..."

Con Vanesa compré por veinte pesos varias películas en VHS. "Mewtwo vs Mew", "Pokémon La Película 2000" y "El hechizo de los Unown" fueron reproducidas una veintena de veces entre fines de semana, tardes de descanso y días de vacaciones.

Tuve tazos y estampas. Me quitaron los tazos que había ganado en la escuela y los que conservaba intactos, todo porque alguien le dijo a mis padres que esas cosas eran del diablo y porque el tal picachú tenía la forma de un demonio. Los recuperé un día porque descubrí donde los habían escondido y fingí demencia de su paradero.

Pasaron los años y un día, en la preparatoria, un amigo me dijo que si quería que me pasara los juegos de Pokémon. Así descubrí la raíz de la franquicia que yo había seguido a intervalos, y jugando en mi computadora hice experimentos con programas emuladores virtuales de consolas de Nintendo Game Boy Advance para jugar Pokémon Rojo Fuego, el juego que significó mi puerta de entrada a la historia tal y como Satoshi Tajiri la había imaginado un día de los años 70 cuando jugaba a cazar insectos en las afueras de Tokio.

Después de Charmander siguió Squirtle, y después continuó Bulbasar. La Calle Victoria, la ruta que mi personaje debía sortear antes de enfrentarse a la prueba final de los Altos Mandos tras ganas las medallas de gimnasio, se convirtió en un reto a superar en cada uno de los juegos, que me llevaron a conocer ciudades, islas y bosques, acompañado de las criaturas de bolsillo que lograban extrañamente ganarse un tipo particular de cariño de mi parte.

En mis aventuras no estuve solo. Me acompañó Jorge, el primo con el que pasaba los veranos jugando y el que recibía conmigo las sugerencias poco amistosas de mis padres para pasar más tiempo en el aire libre y menos en la computadora. Me acompañó Vanesa, y pusimos nuestros nombres a los personajes.

Diseñé un perfil en Wikidex, 'la enciclopedia Pokémon' y mi usuario Galadex contribuyó con la edición de múltiples artículos sobre los Pokémon disponibles. Hice amigos. Paul, de Perú; Laura, de España; Luis, de México. Conservo a esos amigos, a casi 10 años de distancia, aunque no nos hemos visto nunca en persona.

Pokémon Platino.
Para la universidad, ya había jugado todos los juegos principales disponibles y sufría porque la pantalla gráfica de mi computadora no los podía correr, diseñados para una consola con pantalla en 3D. Mi racha gamer entró en pausa hasta que conocí a Lalo, quien me cayó bien porque le gustaba Pokémon y hoy es mi mejor amigo. Lalo me prestó su Nintendo DS para jugar Pokémon Blanco y juntos organizamos tertulias semanales para discutir tanto las más recientes novedades de la franquicia como la vida universitaria y post universidad.

Y aquí estoy, a los 20 años del lanzamiento de Pokémon Red and Blue, los primeros juegos que comenzaron la historia, emocionado como aquella vez que vi el capítulo inicial del anime, porque lanzarán nuevos juegos próximamente. Ahora juego en mi propia consola y diseño estrategias competitivas para cada entrega. Armo mis equipos con base a sus tipos elementales, a sus estadísticas de ataque, de su defensa y de su velocidad.

Pero en el fondo, sigo siendo el mismo: un niño de 10 años que se enfrenta a la misma pregunta pero con diferentes personajes: "¿Charmander, Bulbasaur o Squirtle?" Y sé, que al tomar esa decisión inicial, comienza el camino para enfrentarse a los diferentes desafíos, para entrenar a mis Pokémon, para sacar lo mejor de mi, para superar los retos y sacar ventaja de las oportunidades. Para aprovechar el momento, para sintetizar estrategias en sólo cuatro movimientos y para luchar contra los malos.

Intento vivir mi vida como un juego de Pokémon. Superar niveles, mejorar mis habilidades, conocer personas y hacer amigos. Ponerme retos y alcanzarlos, ganar las medallas de los gimnasios de la vida y al terminar, buscar nuevas regiones para conquistar. Y empezar de nuevo, con el conocimiento adquirido, con las experiencias vividas y con las amistades ganadas.
Y con la mochila llena, porque hay que atraparlos a todos.



"Descubre lo que hay a tu alrededor, 
abre los ojos sin temor 
y recordarás 
que es muy hermoso vivir".
-Ending, Pokémon 11, Giratina y el guerrero celestial.

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