Letras Entusiastas: "¿Qué lejos hay que ir a buscar para encontrar la Libertad?"

Primero se fue Alejandro Solalinde, después renunció Jonh Ackerman, y ahora es Lydia Cacho la que tiene que abandonar México por salvaguardar su seguridad. También Javier Sicilia se va de México un tiempo. Quién sabe cuántos más (periodistas, activistas defensores de los derechos humanos y ciudadanos) estén en este momento en planes para huir de este país en busca de la supervivencia, de la libertad y la seguridad que el gobierno no ha podido garantizar, ni que parece que vaya a conseguirse con la llegada de nuestro próximo mandatario.
                Alejandro Solalinde es un sacerdote mexicano que el 27 de febrero del 2007 abrió en Ciudad Ixtepec, Oaxaca, un albergue para proteger a los migrantes centroamericanos  que día a día cruzan la frontera sur de México en su sueño de llegar a los Estados Unidos, lugar donde, la mayoría de las veces, pasan humillaciones y penas. Sin embargo, el verdadero infierno lo encuentran en México, donde son secuestrados, asaltados, violados, vendidos cual animales, y todo con total impunidad. Alejandro Solalinde, a través de su albergue “Hermanos en el Camino” ha luchado por defender los derechos de unos seres humanos que a nadie le importan, que son sólo estadísticas y dinero para la delincuencia. Alejandro ha arriesgado su vida, ha sido amenazado, encarcelado y casi es quemado vivo junto con su albergue por las corruptas autoridades de Ixtepec. Pues bien, hace tiempo fue noticia que este sacerdote tuvo que abandonar México por cuestiones de seguridad, y no por miedo, sino por obediencia, porque sus superiores eclesiásticos le pidieron que lo hiciera para protegerse. Actualmente ya regresó a su albergue, pero eso no quita el hecho de que esté en constante peligro.
                John Ackerman, comentarista de la radiodifusora MVZ, tuvo que renunciar a su trabajo después de las presiones de su empresa por censurar y amortajar los comentarios de John a fin de no incomodar al futuro presidente de México, Enrique Peña Nieto.
                Lydia Cacho, periodista que lleva 7 años sin poder dormir tranquilamente después de las represalias que el gobierno y la delincuencia han tomado contra ella después de la publicación de varios libros que ponen en evidencia a México como paraíso para los tratantes de blancas y prostitución infantil, bajo la complacencia del gobierno y el apoyo de políticos como Emilio Gamboa y Mario Marín.  Ahora, Lydia tuvo que dejar México, después de una última amenaza, que recibió directamente en su radio personal, y que dice textual: “Ya te lo dijimos, pinche puta, no te metas con nosotros, se ve que no aprendiste con la vueltecita que te dieron. La que te va a tocar va ser en pedacitos, así te vamos a mandar a casa, en pedacitos, pendeja”.
                Javier Sicilia, poeta mexicano que se convirtió en activista defensor de los derechos humanos después que su hijo muriera abatido por el crimen, inició esta semana una gira en Estados Unidos para proclamar la paz. Este poeta, que si bien no tuvo que salir de México por razones expresas que hicieran peligrar su vida, es también una víctima colateral de lo que en este país se vive.
                Así las cosas, las preguntas que le hago, estimado lector, es ¿qué tan lejos hay que ir a buscar para encontrar la libertad? ¿cuántas voces tienen que huir de México para buscar su seguridad? Y es que, a como están las cosas, es mejor escapar antes de que te conviertas en la próxima víctima. En esta columna le puse sólo 5 ejemplos de personas relevantes que están padeciendo la censura y la inseguridad en diferentes escalas, pero son millones los mexicanos que la viven día a día.
                Sigamos con la vida, mientras México deja escapar a sus defensores de la libertad, de la seguridad y los derechos de todos, y también mientras la esperanza lucha desesperadamente por decirnos que todo acabará algún día y podramos vivir en un México pacífico. Por que como dijo la periodista mexicana Sanjuana Martínez:
                “Sentir el fétido aliento del mal sobre nuestras espaldas, solo nos da más alas para seguir volando. A los agoreros del mal; a quienes desde los gobiernos prefieren el silencio, les pido que no se entusiasmen demasiado y les recuerdo lo que dijo Bertolt Brecht: “Cuando la verdad sea demasiado débil para defenderse, tendrá que pasar al ataque”.
José Luis Adriano Sánchez


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