Letras entusiastas: 10 de mayo


El Día de las Madres es una fecha que caracteriza a todos los mexicanos. Es un día en que la familia se une, los hijos que viven en Estados Unidos llaman por teléfono a sus progenitoras y las escuelas de educación básica festejan con festivales donde se leen poemas, se hacen bailables y se rifan licuadoras. El Día de las Madres es un día en que los niños obsequian tarjetas decoradas por ellos mismos, los esposos compran chocolates y la gente visita el panteón para llevarle flores a la que les dio la vida y hoy descansa en paz en otro lugar. En todas las casas hay música y se siente la alegría.
                Todos los países del mundo festejan a sus madrecitas: en Costa Rica, por ejemplo, es el día 15 de agosto cuando se festeja a las mamás, coincidiendo con el día de la Asunción de la Virgen María. En Indonesia es el 22 de diciembre y en Inglaterra en el cuarto domingo de la cuaresma. En México, el festejo a la madres surgió en 1922, cuando un periodista de Excélsior llamado Rafael Alducín hizo un llamado a todos sus lectores a proponer un día especial dedicado a las que nos dieron la vida. Y así fue, cuando por vez primera, el 10 de mayo de 1922 se festejó en México el Día de las Madres.
                El 10 de mayo es también un día dedicado al consumismo: en todos lados vemos cosas que comprar, y la publicidad invade nuestras mentes a tal grado de hacernos creer que el cariño a nuestra madre sólo se mide por la cantidad de regalos que le obsequiemos en este día. Las madres son madres todos los días, y nos otorgan todo su amor todos los días, por lo que el hecho de tener un día especialmente dedicado para ellas no significa que sólo ese día podamos recompensarlas. Si todos los días le obsequiáramos  a nuestra progenitora una flor, un detallito, o tan sólo un abrazo, ya sería una muestra de lo mucho que significa para nosotros, y corresponderíamos un poquito a la entrega y amor que todos los días nos da, sin condiciones y siempre dispuesta a entregar su vida por nosotros si así fuera necesario. Por eso, ¿por qué esperar a festejarla el 10 de mayo, si tenemos todos los días para consentirla? Cuidemos y valoremos a nuestras madres como si cada día que pasamos a su lado fuera el último, porque cuando nos falten, entonces perderemos el tesoro más valioso que Dios no has regalado: nuestra mamá.

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