Vivir marginados
Los automóviles van
y vienen por la carretera Jiquilpan-Manzanillo, y sus pasajeros observan en su
camino la vista de la Ciudad de Tamazula. Más adelante, los viajeros pasan por
la localidad de Contla, y minutos más tarde, por La Garita. Los viajantes
siguen su camino por la carretera, ignorando que en las montañas, a lo lejos,
se ubican pequeñas aldeas alejadas de las comodidades de las ciudades y pueblos
por las que diariamente transitan centenares de personas.
“Mota”, “Las Juntas de Mota” y “Sonorita”: dos ranchos más de este
municipio.
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Estos cerros, que ofrecen paisajes inusuales, son los que cobijan a los habitantes de estas comunidades. |
El municipio de Tamazula de
Gordiano, según datos del Censo de Población y Vivienda 2010, tiene 37,896
habitantes, siendo sus poblaciones principales la cabecera municipal homónima,
y las delegaciones de Vista Hermosa, La Garita y Contla. Sin embargo, este
municipio tiene alrededor de 270 colonias y ranchos localizados a lo largo y
ancho de su territorio, muchas de las cuales se encuentran en una gran pobreza.
Las Juntas de Mota y Sonorita son dos pequeñas comunidades que se encuentran a
unos 40 minutos de la población de La Garita, pero cuyos habitantes padecen
pobreza, falta de empleo, ausencia de servicios básicos, entre otras
precariedades.
Modo de vida: sobrevivir sin luz, agua potable y drenaje.
Se estima que el rancho Las
Juntas de Motas tiene 32 habitantes, y el de Sonorita 33, mientras que el
rancho de Mota tiene alrededor de 60. La distancia promedio entre una casa y
otra ronda los 20 minutos caminando.
Estas tres
poblaciones, relativamente cercanas entre sí, comparten las mismas necesidades
y ocupaciones. La gente no tiene una fuente de empleo directa, todos sobreviven
de sus precarias siembras y de sus animales, unas cuantas vacas y algunas aves
de corral. La educación es prácticamente un lujo, pocas son las personas que
saben leer y escribir, sin embargo, a través del programa de educación CONAFE,
se imparten clases de alfabetización básica a los niños que viven en este
lugar.
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Totalmente alejadas de las principales comunidades, estos pequeños ranchos no gozan siquiera de los servicios básicos como agua potable y energía eléctrica. |
Organización: la clave de la supervivencia
Estos ranchos tienen un sistema
de agua que es tomada de un nacimiento que está en una barranca cercana. Este
sistema fue creado por los habitantes, sin recibir ayuda alguna del gobierno, y
funciona por medio de una pila captadora de la cual el agua es distribuida con
mangueras a todas las casas. Con el agua que la gente recibe se llenan tambos,
cubetas y tinacos, y cuando ya tienen el agua necesaria conectan su manguera a
otra que regresa el agua hacia el río, aprovechando el máximo de este vital
líquido. Algo curioso de señalar es que los habitantes tienen un nacimiento de
agua de uso y otro de la que toman el agua para consumo humano.
Pobreza y necesidad
Los habitantes de poblaciones alejadas
de las principales urbes, que no cuentan ni siquiera con los servicios básicos
cómo energía eléctrica, agua potable y drenaje, así como servicios médicos y demás prestaciones
sociales, generalmente viven en situaciones precarias y sin fuentes directas de
empleo. Para los habitantes de Mota, Junta de Motas y Sonorita, la situación no
es muy diferente, y sus pobladores sobreviven como pueden, alimentándose
básicamente de sus cosechas y de los productos de sus animales. El comercio es
prácticamente nulo, casi toda la gente se encuentra en las mismas
circunstancias y no hay quien compre nada, por lo que las cosechas se utilizan
en su mayoría para consumo propio.
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Cortar leña y desgranar maíz, dos actividades cotidianas para subsistir en este lugar. |
La
gran mayoría de los habitantes cuentan con el apoyo del programa Oportunidades,
y los ranchos lucen desiertos el día en que toda la gente sale a Tamazula a
cobrar sus apoyos. Ese día es cuando mejor se come, pues los habitantes
regresan con despensas y provisiones para consumir y almacenar.
Cuando
alguien se enferma gravemente, es picado por un animal o una mujer está por dar
a luz, no hay de otra que ir hasta el pueblo de La Garita o a Tamazula para ser
atendido, y esto sólo es posible por las personas que tienen una camioneta para
transportarse.
Todos
los miembros de la familia trabajan en algo, por lo que los niños pocas veces
logran estudiar más allá de la educación primaria, pues para lograrlo tienen
que transportarse en ocasiones hasta Mazamitla o Tamazula. Así, pues, la única
escuela de CONAFE es aprovechada al menos para aprender a leer o escribir.
La vida urbana
Para cualquier persona, el hecho
de oprimir un interruptor y encender un foco, abrir la llave y tomar agua, o
incluso bajarle a la palanca del inodoro, son hechos tan cotidianos que se
pierde la conciencia del estado en que se encuentran viviendo millones de
personas en este país. Lugares como estos tres ranchos de nuestro municipio,
lugares que por su lejanía y difícil acceso dificultan la instalación de
cualquier servicio básico de higiene y salud, pero también son lugares en los
que viven personas, que por azares del destino les tocó nacer o vivir en ahí, y
que por ese sólo hecho, están obligados a vivir con carencias y necesidades que
pocas personas acostumbradas a las comodidades urbanas soportarían.
Así
es como viven los habitantes de estos tres ranchos. Así es como intentan salir
adelante. Así como ellos, en México hay millones de personas con las mismas
circunstancias, pero que no pierden la esperanza de que algún día sus hijos y
nietos tengan un mejor lugar para vivir.
Reportaje e investigación de José Luis Adriano Sánchez.
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