Sorpresas
Nada puede ser más sorprendente que un día abras tu bandeja
de entrada, preparado para borrar quince mensajes de spam, y que te topes con
la invitación a un importante evento. Así me encontré yo, y fue aún más
soprendente porque conocía el e-mail del remitente. Abrí el mensaje, y fue como
me enteré que me estaban invitando a participar a una tal Cumbre Iberoamericana
de Jóvenes Líderes, evento a celebrarse los días 13, 14 y 15 de noviembre en la
ciudad de Cancún, Quintana Roo. Te soy sincero: nunca había escuchado hablar de
tal evento, pero el sólo hecho de haber recibido una invitación especial de
Instituto Mexicano de la Juventud, y que sería celebrado en Cancún, hizo que
una oleada de felicidad invadiera mi larguirucho cuerpecito. Dos cosas: me
avisaron con sólo 5 días de anticipación, y, no tenía dinero para el pasaje,
que sería lo único que tendría que pagar yo.
Cuando
mis papás se enteraron de la noticia la respuesta inmediata fue: “no vas”.
Estoy acostumbrado a eso, y más porque tendría que pagar mi transporte. Yo, por
mi parte, trataba de enfatizar en lo que representaba para mía tener la
oportunidad de convivir con tantas personas, algunas muy importantes, sobre los
espacios de la juventud y los proyectos que cada uno tendría. No te he contado
mucho, blog, pero a grandes rasgos te platico que tengo desde el 2007 tratando
de mejorar mi pueblo mediante la promoción de los derechos humanos y los
valores familiares, trabajando como voluntario en el DIF de Tamazula. El caso
es, que decidí entonces ir al Ayuntamiento a pedir patrocinio para mi
apresurado viaje a Cancún. El trato con mi familia fue, que si conseguía dinero
iría, si no, pues no. El día siguiente, martes, me levanté tempranito para
llegar a tiempo al ayuntamiento antes de que el presidente municipal saliera
por algún motivo. La buena noticia era que el presidente sí estaba, la mala, que no podía recibirme porque iba a
salir a una junta. Entonces me fumé rapidísmimo un recado para dejárselo a su
secretaria, junto con mi nombre y mi teléfono, y me vine a Guzmán, igual de
rápido, para alcanzar a llegar a tiempo a clases. Lo que yo no sabía era que a partir de ese
momento tendría que faltar a la escuela durante casi toda la semana para
preparar mis cosas.
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