Visita a México de Benedicto XVI: las dos caras de la moneda.
Desde su nombramiento como el
máximo representante de la Iglesia Católica, el 19 de junio del 2005, el papa
Benedicto XVI no había pisado ningún país de Latinoamérica. Sin embargo, ya
había realizado 19 viajes más alrededor del mundo, desde Alemania, su país
natal, hasta Benin, en África. En el 2008 estuvo en Estados Unidos, y en el
2011 acudió a la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, España. Así que León,
Guanajuato, se convirtió en la sede de su vigésimo viaje apostólico, mismo que
explicó fue realizado con el objetivo de “educar las conciencias tanto en la
ética individual, como en la ética pública”, y para “fomentar y para aprender, para confortar en nombre de la fe,
la esperanza y la caridad”.
Fueron
meses de anticipación con los que se dio la noticia de que Joseph Ratzinger
visitaría nuestro país. De inmediato, la prensa comenzó a informar sobre los
preparativos para su llegada, las redes sociales se convirtieron en escenario
de opiniones polarizadas y la gente comentó las cosas positivas o negativas que
su visita traería. La noticia que más pesaba era la relacionada a los gastos:
la empresa Telesur informó que el gobierno había gastado 4 millones de dólares
entre costos de logística para pagos de horas extra a los más de 700 mil
funcionarios públicos que intervinieron en el proceso, y gastos de seguridad e
infraestructura. Por su parte, la iniciativa privada había invertido alrededor
de 70 millones de pesos. Los detractores de la visita papal crearon un
movimiento en internet llamado “Yo no voy, ni quiero que venga” para difundir
los costos que generaría el viaje del papa en México, pagados con el erario
público, así como supuestos escándalos de corrupción y pederastia por parte de
algunos sacerdotes y el posible encubrimiento del Vaticano sobre el tema. Otros
más, en Twitter y Facebook, alegaban que la visita se remontaba a una “cortina
de humo” para distraer a los mexicanos de los problemas de su país, y opinaban
que el dinero invertido en su visita debería mejor destinarse para educación,
salud o seguridad nacional. Anonymous, el famoso grupo de hactivistas (ciber
piratas activistas en Internet) bloqueó por su parte varias páginas del
Vaticano, en la que llamó “Operación Fariseo”, para expresar su rechazo a la
visita papal. Todo esto fue comentado, difundido y llevado a cabo durante los días
previos a la llegada de Benedicto XVI.
Por
otro lado, mucho se comentó sobre la derrama económica que beneficiaría al país
con el turismo generado por el viaje pastoral. Actualmente se sabe, con
información de Notisistema, que fueron más de 760 mil visitantes los que
acudieron al estado de Guanajuato, los que significaron ganancias de más de 800
millones de pesos para las ciudades de Silao, León, Guanajuato y demás
comunidades y municipios aledaños al lugar. La ocupación hotelera se registró
al lleno y miles de peregrinos tuvieron que ir sólo de “entrada por salida” al
estado de Guanajuato, que por cierto, fue elegido como sede y no la capital de
país para cuidar la salud del Papa, pues tiene una altura menor respecto al
nivel del mar que el Distrito Federal, y porque Guanajuato tiene una alta
presencia de católicos a nivel nacional.
La
llegada de Benedicto XVI, sin embargo, significó mucho más que turismo, gastos,
rumores o críticas. Fue una voz de esperanza para un pueblo que lo recibió con
los brazos abiertos, y un pueblo que está cansado de vivir en un país violento
e inseguro. Los jóvenes significaron parte importante del porcentaje de
personas que acudieron a verlo, mismos que demostraron no querer ser ni
“ninis”, ni narcos, ni inútiles para la sociedad, adjetivos con los que se les
tacha las más de las veces, pero que tristemente sí aplican para algunos. La acogida de México hacia el papa se dio en
medio de los prejuicios que se tenían contra Benedicto XVI, en comparación a
Juan Pablo II, quien fuera muy querido por la población mexicana. No obstante,
sus palabras cambiaron definitivamente la imagen que existía de él. Algunos
periodistas y especialistas habían comentado de qué manera influiría su visita
en el próximo proceso electoral, o si expresaría su postura respecto a la
política en el país, la violencia o los casos de pederastia. Sin embargo, el
discurso papal estuvo muy bien cuidado, y se centró en el amor, la paz, la
juventud y los niños, por lo que no se pronunció directamente sobre ninguno de
los temas mencionados, si bien el pontífice rezó porque la paz llegue a México
y el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Carlos Aguilar
Retes, expresó que los obispos y el Sumo Pontífice estaban “consientes y
sensibilizados de la importancia del tema”, y señaló que en la próxima reunión
del Episcopado programada para abril de este año, el tema de la pederastia
ocasionada por la Iglesia será incluido con una comisión especial en la agenda
del encuentro. Por otro lado, los tres
contendientes a la presidencia de México estuvieron presentes en la misa celebrada
en el Parque Bicentenario, junto con las más de 650 mil personas que la
presenciaron. También, aunque fue criticado
que el gobierno federal transportara al Sumo Pontífice y lo custodiara en
vehículos oficiales, así como que le otorgara regalos, alegando faltas al
estado laico, se justificaron estas acciones con el argumento de que Benedicto
XVI además de figura religiosa es el Jefe de Estado del Vaticano, y que tuvo un
recibimiento y trato como tal (que ahora que lo pienso ha resultado muy conveniente
que el Vaticano sea un país independiente para evitar esos problemas de falta
de laicidad).
Así
fue como se llevó a cabo la visita del Papa Benedicto XVI a nuestro país. Su
viaje continuó en Cuba, y finalmente se espera que regrese a Roma el 29 de
Marzo. Sin duda una visita que causó polémica en la república mexicana, pero
que abrió el corazón a la esperanza. En Twitter leí que “cada papa responde a
un período histórico de la humanidad”, y Benedicto XVI lo es con el que se vive
actualmente por la violencia e incertidumbre vividos no sólo en México, sino en
el mundo con las guerras en Medio Oriente y la frágil economía de Grecia y
Europa.
En mayo de 2007, Benedicto XVI hizo una visita a Brasil; aunque ésta estrictamente no tenía fines "pastorales", cabe mencionarla. La aportación por aquello de: "Desde su nombramiento como el máximo representante de la Iglesia Católica, el 19 de junio del 2005, el papa Benedicto XVI no había pisado ningún país de Latinoamérica." Todo lo demás me pareció acertado, desde una visión imparcial de los hechos. Gracias.
ReplyDeleteAún recuerdo cuándo leí por primera vez éste reportaje... No imaginaba siquiera lo que podría ocurrir: la renuncia de Benedicto XVI.
ReplyDeleteBueno. Dicen que este viaje a México y Cuba influyó en la drástica decisión de la que se nos informó hace unos días..