El Vaivén: Mientras la pantomima actúa, la sangre sigue corriendo


Mientras la pantomima actúa, la sangre sigue corriendo
 

Ya son cuatro los meses de gobierno de Peña Nieto y la violencia en todo México no se ha detenido. Al contrario, va en aumento.
                Poco más de 83 mil fueron las muertes que dejó Felipe Calderón en su sexenio, a un ritmo aproximado de mil 152 por mes. Sin embargo, sólo en los primeros 100 días del gobierno de Peña Nieto, fueron asesinadas cuatro mil 500 personas, que viene siendo un ritmo de 45 muertos por día, y 1350 por mes. 45 muertos diarios, casi uno por cada media hora. Seguramente, en lo que usted está leyendo éstas líneas, y en lo que termine de hojear este blog, ya habrán dejado de existir dos personas por causa de la violencia en el país. Tal vez narcotraficantes, pero más seguramente personas inocentes, niños, mujeres, jóvenes estudiantes u hombres honrados.
                Los datos escabrosos que aquí muestro son resultado de una investigación hecha por el prestigiado Semanario Zeta de la ciudad de Tijuana, y su reportero Enrique Mendoza, en el que además se señala que los tres estados más violentos del país son Guerrero, Chihuahua y el Estado de México.
                Si le seguimos con las cuentas, y de continuar con la tendencia, para el final del sexenio de Peña Nieto, su cuenta de víctimas sería de casi 99 mil muertos por la violencia en el país. La pregunta está, palpitante: ¿Qué pasa con la prometida paz en México a la llegada del nuevo gobierno? Los primeros meses de la administración peñista han tenido varios sucesos de espectacularidad: la creación del Pacto por México, el impulso de nuevas reformas en Telecomunicaciones y Educación, y el encarcelamiento de Elba Esther Gordillo. Pero, ¿de qué sirven todos estos avances, si la gente sigue cayendo muerta todos los días a causa de la violencia? ¿De qué le sirve al ciudadano común tener encerrada a la teacher Gordillo si no puede caminar por las calles con tranquilidad? Si todo mundo hablaba de “los muertos de Calderón”, ¿por qué no se ha prestado la misma atención a “los muertos de Peña Nieto”?
                Ciertamente, la ostentosidad no ha faltado en Los Pinos: grandes eventos para anunciar los principales logros, positivos y emotivos anuncios para televisión, fotografías de sonrisa perfecta y firmas de pactos y tratados por el bienestar del país. Pero de la seguridad, uno de los temas más apremiantes, nadie ha hecho algo significativo. No se ha acordado ningún funcionario de gobierno  (ni a nivel federal, ni estatal ni municipal) de los ciudadanos que caen abatidos por las balas del narcotráfico, la corrupción y la delincuencia en general. Mucho menos se ha hecho nada para frenar los ataques a periodistas, ni para esclarecer el asesinato del primer reportero muerto en el sexenio, Jaime Guadalupe González, de Ojinaga Noticias. Pero eso sí, en campaña, Peña Nieto condenaba la violencia en el país y hasta pedía guardar un minuto de silencio por los reporteros asesinados.
                La responsabilidad es de todos los niveles de gobierno, y es una necesidad urgente: frenar la inseguridad que asola al país. Es imperativo que se tomen medidas reales y no solamente de pantalla, porque la muerte, a diferencia de la publicidad apantallante del gobierno, no hace pantomimas.

José Luis Adriano
adrianodreamer@gmail.com

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