Los Herederos
Aparecieron poco a poco, como la
humedad que se desliza capilarmente por la pared, como la nube que atraviesa el
valle hasta soltar la lluvia y como la selva que se desata incontenible en un
lote abandonado. Así, sin que la gente se diera cuenta, los graffitis
comenzaron a aparecer: un tag en una
esquina, una palabra gritada en una barda, la fachada de una casa amanecía al
día siguiente con grandes garabatos plasmados en aerosol fosforescente. El
viejo pueblo de Zapotlán se convertía en Ciudad Guzmán a velocidad
impredecible, y con el crecimiento poblacional y la evolución de los edificios
también llegaron los graffiteros, rebeldes anónimos de las calles, dispuestos a
dejar huella en fachadas y bardas como símbolo de la anarquía urbana.
Zapotlán,
tierra de grandes artistas, vio caminar entre sus antes empedradas avenidas a
José Clemente Orozco, hombre que tras los gruesos cristales de sus gafas plasmó
su visión en grandes murales de México y también en otros países. Pero hoy
Ciudad Guzmán siente en sus calles de concreto los pasos de otros seres. Son hombres y mujeres que han hecho de la
ciudad su propia galería, seres que han mutado del graffiti vandálico que
afecta la imagen de un lugar para crear arte clandestino, expresión urbana,
murales de la calle.
Ciudad
Guzmán tiene nuevos artistas, nuevos pintores, y no han salido de las Academias
de Arte, sino de las calles. La gente los llama comúnmente, graffiteros.
Graffiti: historia de la rebeldía
La década
de los sesenta marcó en el mundo el inicio del graffiti, con la rebeldía de
adolescentes en la ciudad de Nueva York y en Europa, que comenzaron escribiendo
sus nombres en las paredes de sus barrios, aunque en muchas de las ocasiones
hacían uso de los pseudónimos, que era y es su forma de crear una identidad
propia en la calle. Estos chicos hacían uso del graffiti para sus amigos e incluso para sus enemigos.
La etapa
más primitiva del graffiti en el metro de Nueva York tuvo su periodo de
gestación de finales de los años 60 hasta mediados de los 70. Hubo una gran
evolución desde el uso de los primeros pinceles y rotuladores hasta la llegada
de los aerosoles, mucho más rápidos, limpios y, en definitiva, eficaces.
El boom del graffiti surgió cuando cientos
de adolescentes comenzaron a poner su nombre por toda la ciudad, de ahí la
necesidad de crear estilos, tanto en la caligrafía como en los métodos de
ejecución o en los lugares donde se plasmaba el graffiti.
Fue hasta 1968 que el
graffiti se extendió a otros países incluyendo México; esta forma de expresión
tuvo un impacto importante en el país por el movimiento estudiantil de octubre
de 1968, ya que los estudiantes plasmaron diversas frases como “seamos
realistas, pidamos lo imposible” y “prohibido
prohibir”. Fue principalmente en la ciudad de Tijuana donde se
presentaron las primeras manifestaciones del graffiti, ya que por su condición
fronteriza con Estados Unidos tiene un constante flujo de personas e
información, donde se da un intercambio cultural entre los migrantes procedentes
del centro del país con los mexicanos residentes en el otro lado de la frontera.
Se tiene registro que con
el paso del tiempo el graffiti en Guadalajara se desarrolló con mayor
intensidad, ya que creó la vieja escuela de
graffiteros de México y fue cuna de los primeros estilos de firmas, tags y
dibujos.
Termino Arte urbano o free
art nació a principios de los 90’s como un trabajo de conjunto heterogéneo de
artistas con el propósito de realizar una expresión artística en la calle, la
mayoría de manera ilegal.
El arte
urbano es muy amplio y consiste en varias técnicas como el graffiti, esténcil,
posters y stickers. El free art busca realizar elementos gráficos y que éstos
sean colocados en lugares transitados. Los artistas realizan sus elementos y
obras con técnicas elaboradas y representativas para llamar la atención de la
población y persuadir a la concientización de índole social-político,
realizados con crítica e ironía.
Existe cierto debate sobre cuáles son
los objetivos de los artistas que intervienen o se expresan en el espacio
público, ya que pseudo-personajes escriben mensajes visuales sin el uso de la
“técnica correcta” y sin fundamentos, se cree que el pretexto de estos “pseudo-personajes”
es dañar propiedades ajenas, como privadas o espacios culturales.
El free art, un
tipo de graffiti más estilizado y artístico, busca realizar elementos gráficos y que éstos sean colocados en
lugares transitados, los elementos se llevan a cabo con técnicas elaboradas y
representativas para llamar la atención de la población y persuadir a la
concientización de índole social-político, realizados con crítica e ironía.
El graffiti surgió como la
necesidad de expresión, esa necesidad de querer reflejar lo que se pensaba y lo
que se sentía en cuanto a los problemas de la sociedad. Unos lo llaman
graffiti, otros lo llaman garabatos ellos, los artistas, lo llaman arte urbano
o free art. Nació a principios de los 90’s como un trabajo de conjunto
heterogéneo de artistas con el propósito de concientizar a la sociedad. La
mayoría de estas “expresiones artísticas” son de manera ilegal, pero a ellos,
no le importa. El grafitti no sería lo mismo sin la clandestinidad.
Amor que crea Arte
En una tarde cálida, mientras el
sol avanza hacia su habitual descanso tras el volcán y el nevado El Colima, el
amor se manifiesta en el Jardín del Rico. En este lugar de Ciudad Guzmán, caminan
de la mano una pareja de enamorados. En una banca, dos pares de labios se
juntan para darse un beso, mientras una
mano masculina sujeta con ternura y desde la nuca, una cabellera larga y
femenina. Sentados en el césped, otros novios observan el transitar de la gente
y el azul del cielo que tiene asomos en el horizonte naranjas y violáceos. El
agua cae y se recoge cíclicamente de la fuente que está en un extremo de la
plaza. Una cafetería se ubica en el extremo opuesto, que prepara mesitas y
sillas en el pavimento para recibir a sus primeros clientes. Imponente e
indiferente a la vida humana se yergue una estela, escultura horizontal del
maestro Tijelino, otro de los hombres ilustres de Zapotlán el Grande.
Entre
el devenir de las personas, llega al Jardín del Rico una pareja más. La novia
es ligeramente alta que el hombre del que viene de la mano. Son Susana
Villanueva y Josué Trinidad Rangel; ella, estudiante de 6to semestre de
psicología en el Centro Universitario del Sur; él, estudiante de Arquitectura
del Tecnológico de Ciudad Guzmán.
Juntos,
Susana y Josué se convierten en Ice Cream Collective, un proyecto con el que
han pintado obras de arte en las calles de Zapotlán, así como en
establecimientos mercantiles, y también en espacios de Guadalajara.
Josué
puede no ser muy conocido, pero Elpeckor Lepone sí. Con su firma, Elpeckor ha
marcado también un estilo, mismo que puede verse en algunos sitios de Ciudad
Guzmán pero más que nada, en las instalaciones del Centro Universitario del
Sur, donde fue contratado junto con otros artistas urbanos a pintar los murales
que adornan los edificios de la universidad. Es su trabajo hecho con aerosol,
una mezcla del graffiti callejero con elementos más complejos, dignos de la
pintura clásica. El elemento discursivo de las obras que se encuentran en el
CUSur, comprende desde la cultura del maíz en México, hasta la riqueza natural
de los mares, así como la figura de Zapata, símbolo de la Revolución Mexicana
que desde 2010 está plasmado en el edificio de Rectoría de la universidad.
Susana,
por su parte, dice que su relación con Elpeckor fue lo que marcó su salto de
los lienzos pequeños y las hojas de papel a las calles y el arte urbano. Con su
firma Queen, la joven ahora pinta
obras en las paredes, utilizando pincel y brochas y no aerosol como su novio.
Entre
el olor de la tarde y la brisa previa al ocaso, los novios dicen sentirse
orgullosos de su técnica de trabajo, que combina elementos de graffiti con los
de la pintura, en algo que autodenominan “técnica mixta”. Las obras que han
realizado juntos, como miembros del colectivo Ice Cream, pueden ser apreciadas en la calle Leandro Valle y en el
parque de la Colonia Azaleas, por mencionar algunos.
Ice
Cream Collective obtuvo el 3er lugar en el concurso de Pintura Municipal José
Clemente Orozco, organizado por la Casa de la Cultura de Zapotlán con objeto de
la celebración del natalicio del muralista e hijo ilustre, y su obra puede
apreciarse en la Colonia San Felipe de Ciudad Guzmán. También pintaron un mural
en el Centro Comunitario del ISSSTE, hace unos seis meses.
Susana
y Josué se ponen de acuerdo cuando señalan que la cultura en la ciudad ha
crecido a partir de la educación y el interés de los chavos en el arte urbano.
Ellos dicen: “nos regimos con base del muralismo en Cd. Guzmán”, así que son
herederos del talento que los muralistas de la región tuvieron, mismo que les
llevó a dar fama a Zapotlán.
La semilla del Nuevo Muralismo Mexicano
“Del muralismo al arte urbano”,
dice Miguel López Barajas, quien es Promotor de la Casa de la Cultura de Ciudad
Guzmán. Este recinto es el lugar donde Miguel López Díaz pintó un mural después
de obtener el 1er lugar en el Primer Concurso de Cuento José Clemente Orozco,
con una obra que recoge la técnica mixta de Queen
y Elpeckor. El segundo lugar del
concurso lo obtuvo Doblehu, un joven
que comenzó con el graffiti clandestino y delictivo y que poco a poco fue
perfeccionando su estilo y su técnica, hasta evolucionar en un concepto
estético digno de mención artística.
Es
este tipo de arte urbano, evolución del simple graffiti, un trabajo y estilo
que se ha convertido, para muchos críticos, en la semilla del Nuevo Muralismo
Mexicano. Personas como el Doblehu, Elpeckor y Miguel López podrían ser en un
futuro cercano los nuevos Clemente Orozco y Diego Rivera, ilustres personajes
que engalanen con sus murales espacios en universidades, edificios públicos y
museos de todo el país. Una corriente del graffiti tradicional que ha
evolucionado hacia el muralismo, que podría sugerirse como graffitismo, como una nueva técnica dentro del arte y la pintura.
Hoy
Ciudad Guzmán tiene nuevos artistas, forjados entre el fragor de las calles y
la creatividad novedosa. Llevan en sus genes el talento de los grandes, la
influencia de una sociedad cambiante y la energía de la juventud, son ellos,
los herederos del muralismo de Zapotlán.
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